(288 palabras) La guerra es la forma más terrible y cruel de confrontación entre las personas. Cualquiera sea la razón, nunca puede ser un medio digno de alcanzar la paz. La lucha de los pueblos solo trae muerte, sufrimiento y destrucción. Un ejemplo de esto es la Segunda Guerra Mundial, que sacudió a toda Europa y especialmente a nuestro país.
Alguien puede decir que las guerras son inevitables mientras exista la humanidad, y que son necesarias para el desarrollo de la sociedad. Pero, en mi opinión, si todas las personas en la Tierra aprendieran a vivir en paz, a amarse y comprenderse más, entonces podrían evitarse los enfrentamientos armados sangrientos. La Segunda Guerra Mundial comenzó debido al odio y la intolerancia de algunas personas hacia otras: los nazis se imaginaban a sí mismos como una "raza superior" y querían destruir a quienes, en su opinión, eran "inferiores" a ellos.
En el cuento de hadas "El Principito", Antoine de Saint-Exupery, a través de los labios de un niño de un pequeño planeta, habló sobre los baobabs, que, si no se dan cuenta y los azotan a tiempo, crecerán en proporciones gigantescas y destruirán el planeta. El escritor era un piloto militar y vio con sus propios ojos los horrores de la guerra. En su trabajo, describió acertadamente el nazismo en forma de baobabs. Al principio son semillas y brotes inofensivos. Pero si los dejas crecer aún más, se harán cargo del planeta. Por lo tanto, cualquier intolerancia hacia las personas que podría conducir al genocidio debe detenerse de raíz.
A través del principito, Exupery también transmitió un mensaje muy importante para todos nosotros: "Me levanté por la mañana, me puse en orden y puse tu planeta en orden". Esto significa que todos somos responsables de la paz de nuestra tierra. Podemos cultivar la tolerancia y la amabilidad en nosotros mismos y en las generaciones en crecimiento. Las personas necesitan pensar no solo en su propio bien y el bien de su país, sino también en el bien del mundo entero, de toda la humanidad. Después de todo, todos vivimos bajo el mismo cielo, miramos las mismas estrellas. Todos somos hijos de la Tierra, y estamos obligados a vivir en paz.